martes, 9 de noviembre de 2010

¡Por nosotras!

http://www.youtube.com/watch?v=usQOXD9f_N0
"Libre te quiero" Amancio Prada

Recuerdos, este grito a la libertad me trae muchos recuerdos. Aquellos viajes en el coche con mis padres, mirando a la ventana y disfrutando de la música que con tanto cariño nos ponía mi padre en el coche. Eran viajes llenos de letras y melodías cantadas con fuerza que tatareaba sin saber bien qué decían. Sentimientos de emoción me recorren al recordar esos viajes en donde la sensación de felicidad me llenaba. No quería que acabaran nunca aquellos trayectos, ¿podía pedir algo mejor que un rato para disfrutar los cuatro juntos con aquella música que no cesaba y entraba dulcemente en nuestros oídos?
Echo de menos esos momentos, los recuerdo con cariño, pero ahora entiendo realmente lo importantes que eran. Cada vez que escucho estos versos de libertad entiendo lo importante que es educar por y para ella a nuestros hijos, lo importante que es dejar entrar en sus oídos versos como estos, para que llegue un día en que sean capaces de reflexionar sobre ello...

Una mirada vale más que mil palabras... y con ella esta niña que recorrió el mundo entero nos gritaba la situación en que vivía. Nos grita libertad, nos grita ayuda por parte de aquellas mujeres que podemos tener un trabajo, que podemos bailar, cantar, leer, participar, que podemos relamente vivir.
Luchemos por tanto por la igualdad, por una vida digna y por acabar con todas esas injusticias que se siguen cometiendo en nuestros barrios y ciudades, pueblos y países...
Para ello a aquellos que nos toca la labor de educar comencemos con nuestros alumnos y alumnas a tratarnos a todos y todas por igual...

Rosa Caramelo de Adela Turin

Había una vez en el país de los elefantes, una manada en la que las elefantas eran suaves, tenían los ojos grandes y brillantes y la piel color rosa caramelo.
Todo esto se debía a que desde ¡el mismo día de su nacimiento, las elefantitas comían solamente anémonas y peonias. Y no era que les gustaran. Las anémonas y todavía peor, las peonias, tienen un sabor muy malo, pero eso sí, dejan la piel muy suave y rosada y unos ojos grandes y brillantes.
Las anémonas y las peonias crecía en un jardincito cercado, y las elefantitas vivían allí, se pasaban el día allí jugando entre ellas, y comiendo flores.
¡Niñas! decían sus papás. Para ser suaves y rosa y tener hermosos ojos grandes, hay que comer todas las peonias y no dejar ni una sola anémona. Y sobre todo para que algún día algún elefante quiera casarse con vosotras.
Para ponerse rosa más rápidamente, las pequeñas elefantas llevaban zapatitos color rosa, grandes cuellos color rosa y lazos color rosa en la punta del rabo.
Desde el jardincito cercado, las elefantitas rosas miraban a sus hermanos y primos, todos de un precioso color gris elefante, jugar en la sabána, comer hierba verde, revolcarse en el fango y en el río y echarse la siesta bajo los árboles.
Sólamente Margarita, por más anémonas y peonias que comiera, no conseguía ponerse nisiquiera un poquito rosa. Y este hecho ponía muy triste a su mamá elefante, y hacía enfadar terriblemente a su papá elefante.
Margarita, le decían. ¿Por qué naciste con ese horrible color gris que queda tan mal a una elefantita?¿es que no te esfuerzas?¿eres acaso un poco rebelde?. ¡Ten cuidado Margarita!, si sigues así no serás nunca nunca una hermosa elefanta.
Y Margarita cada vez más gris, mordisqueaba unas pocas anémonas y peonias para que sus papás estuvieran contentos.
Pero el tiempo pasó y Margarita no se volvió rosa.Su papá y su mamá que poco a poco habían perdido la esperanza de verla convertir en una hermosa elefantita con ojos grandes. Decidieron dejarla en paz.
Y así fue que un buen día Margarita, feliz, salió del jardincito cercano, se quitó los zapatitos, el gran cuello y el lazo rosa, se fue a jugar en la hierba alta, entre los árboles cargados de frutos y los charcos de barro.
Desde el jardín las otras elefantitas la miraban. El primer día aterradas, el segundo día con desaprobación, el tercer día perplejas y el cuarto día muertas de envidia.
Al quinto día, las elefantitas más valientes comenzaron a salir del jardín una tras otra.
Zapatitos, cuellos y lazos rosa, quedaron abandonados entre las anémonas y las peonias.
Después de haber jugado entre la hierba, de haber probado riquísimos frutos y de haber dormido bajo la sombra de los grande árboles, ni una sola elefantita quiso volver a entrar nunca más en un jardincito cercado, ni a llevar zapatitos rosas, ni a comer anémonas, y no hablemos siquiera de las peonias. Desde aquel entonces, no es más que por el color que se distinguen los elefantes de las elefantas.


Luchemos en contra de esos lazos rosas que tanto nos ahogan y dejemos las diferencias a un lado, que la vida es para todos; y todos y todas nos la merecemos.

Para dar un toque dulce a este final...
Caperucita Ismael Serrano.
http://www.youtube.com/watch?v=Sbjn3MVHebY&feature=related
Para tí, mi pequeño compañero...


Girasol

2 comentarios:

  1. Todos los cambios suelen venir por revoluciones o por mentes brillantes que inculcan en las personas otro ideal. Esas elefantas no habrían cambiado sino fuese por Margarita que en contra de lo que pensaban sus padres y compañeras inculca un sentimiento de ,romper las ataduras, en las otras elefantas.
    Lo malo es que quieras plantear una idea y te castiguen con, tortura, ablación, pena de muerte...


    "No me des limosna, dame libertad y educación"

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  2. El cambio viene poco a poco... pero si no hay gente que se mueva el cambio nunca vendrá. Cuesta ver algo nuevo de lo que ya se conoce, y todo aquel que se niega a ello es rechazado o simplemente eliminado... POr ello animo a ser fuertes uniéndonos todos los que veamos algo más allá, todos los que creamos que se puede conseguir un mundo mejor

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